"Ahora vuelvo a esas calles de Madrid que tantas veces tú y yo recorrimos y me doy cuenta de que ya no saben lo mismo sin ti"
Carta de un viajero solitario
Y la mujer será el cielo que me acoge, al dejar mi paso por los horizontes.
Caos entre sonrisas
Quizás la ciudad se llene de noche y de sombras Y entonces tropecemos por suerte del destino. Quizás juegues a ser Dios, sin los dados.
Por tus ojos marrones
Ellos cierran todos los inviernos que en mi cuerpo socorren y llenan de fuego la chimenea de mi alma.